Esa es la conclusión de un estudio del King’s College de Londres realizado en 7.771 habitantes de Inglaterra, Escocia y Gales, a quienes se siguió 43 años.
Hasta hoy se había dicho lo doloroso que puede ser para un niño o adolescente, pero este reporte es el primero en explorarlo en adultos.
El 28% de los niños y jóvenes sufría acoso por parte de sus compañeros ocasionalmente y el 15% con frecuencia. Al finalizar el análisis, se vio que las secuelas llegaban a la vida adulta.
Las personas agredidas eran más propensas a tener peor salud física y psicológica. Además, su riesgo de depresión, ansiedad e ideas suicidas era mayor.
Quienes sufrieron bullying en su niñez o adolescencia también tenían mayores posibilidades de tener niveles educativos menores, estar desempleados o recibir salarios más bajos.
La vida social y emocional de las víctimas también se afectó. Según el reporte, quienes sufrieron bullying tenían más dificultad para establecer relaciones de pareja, decían tener peores condiciones de vida.
El estudio muestra que los efectos del bullying aún son visibles cuarenta años después de sufrirlo y que provoca diversas consecuencias como las dichas anteriormente. Por ello, quieren tomar medidas para que no ocurra.
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